miércoles, 14 de enero de 2009

Comentario grupal acerca de arquitectura y realidad dominicana...

República Dominicana, la cuna musical de la bachata y del merengue, una isla con hermosas playas y paisajes fantásticos. Una joya en el Caribe. Nuestro hogar. Descubierta por los españoles, esta isla represento para el mundo una nueva frontera y un avance para la humanidad. En ella, se fundó la primera ciudad del nuevo mundo: Santo Domingo. Hace más de 500 años de esto y todavía se puede percibir como una ciudad a medio talle, en desarrollo o en transición.

Su arquitectura, es digno ejemplo de una arquitectura mal comenzada, no estudiada y sin evaluar. Se puede apreciar un desarrollo caótico en las tramas urbanas, vías estrechas, pocos o inexistentes caminos peatonales y además una creciente población que consume, demanda y contamina de forma continua. Individuos anárquicos en una ciudad salvaje. Sus edificios, la mayoría, son cuerpos estaticos que se levantan del suelo y que no se relacionan entre ellos. Son elementos aislados, distantes a pesar de estar cerca. Son objetos concebidos con un pensamiento innatista o poco experimentado, que no aportan a la estética de la ciudad ni ayudan al mejoramiento de esta con su forma de operar. Otras veces, son edificios inhabitables e inexistentes (una excavación en el suelo) o edificios que se anticipan. Todos conocemos esta realidad, pero pocos nos preocupamos por ella y decidimos afrontarla. Los dominicanos, en general, se rehúsan a ensuciarse las manos con sus problemas y se encuentran a la espera de una persona o un grupo que se los solucione y llevan años y años esperando sin ver la llegada.

Como grupo, nos preguntamos: ¿La arquitectura dominicana es parte de la solución o parte nuestro problema social? Pensamos que esta ha fallado en transmitir una identificación con el individuo que la experimenta diariamente, el dominicano. Esto ha creado el anhelo de otra cosa, lo que esta afuera, lo ajeno. Por esto se ve la veneración a lo que es “de fuera” y la menospreciacion de lo nuestro. Por otro lado, establecemos que la arquitectura existente entorpece el funcionamiento propio del flujo urbano al no funcionar de forma adecuada. No está pensada como parte de un conjunto más grande. Concluimos que si queremos empezar a ver las cosas con claridad, dar la cara y comenzar a plantear soluciones al malestar social un punto de partida puede ser encontrar aquello en lo que existimos y vivimos de forma cotidiana: nuestra identidad, nuestra expresión y nuestra arquitectura. Son 3 conceptos que van de la mano, que son inseparables y actualmente se encuentran perdidos en las profundidades de nuestro subconsciente.



Carolina Otero 05-0439
Daniela Tonos 05-0216
Lucia Freites 05-0622
Miguel Llodrá 06-0115
Carlos M. Guzman 06-0346

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