domingo, 22 de febrero de 2009

Realidad de la Arquitectura Dominicana

Existe, en el Caribe y coexiste en el Trópico, una isla
que dividida entre una frontera, un idioma y una razón
se denomina La Hispaniola. Esta, que, poco tiempo después
de nacer fue subyugada por Franceses y Españoles, y luego fracturada
Derecha/izquierda, este/oeste.
La República Dominicana, es el fragmento de una tierra donde
nada es realmente nuestro. Donde todo lo que tenemos
fue un mal trueque jugado a suerte. Y con todo lo que
no nos pertenece, también prestada es nuestra arquitectura.
Arquitectura que es el resultado de modelos presentados
Por las afueras que denotan, en las afueras, un fiel cumplimiento
De la necesidad que surge en ese lugar. Lugar que no coincide
Con el nuestro, que no es compatible con las circunstancias de convección
Térmica y sobrepresiones de aire que conviven en esta tierra peculiar.

Masas de concreto que son cúmulos de calor en una tierra donde sobra el viento fresco esto es nuestra arquitectura.
En una tierra en donde constantemente aparecen las condiciones de clima que se esperan en el paraíso y que son inmediatamente descartadas por algún complejo de Guacanagarix.
Es una arquitectura cuya identidad no representa el color de la dominicanidad. Cuya morfología no se adecua a la creciente necesidad de albergue de su extensa enseña tricolor.
La arquitectura dominicana en la actualidad es un concepto pobre de anunciación de un país que representa la internacionalidad como parte primaria de su identidad.

La arquitectura en esta tierra más bien debería brindarle a los dominicanos un hábitat al cual volver, donde puedan decir con apego “Esto es mío”. Si ya en cada rincón del planeta es un orgullo el pertenecer aquí, porque no también brindarle a las personas que no entienden la simpatía que se siente por este pequeño mundo un lugar al cual venir?

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